Hubo un tiempo en que los Ruiz-Mateos eran casi intocables. Eran los años 70 y todo les sonreía: dinero, poder, fama y una familia numerosa que parecía sacada de un anuncio de televisión. José María Ruiz-Mateos era empresario de éxito, amigo del rey, católico y padre de 13 hijos . Su mujer, María Teresa Rivero, ama de casa discreta, cumplía con el papel que la época le había asignado. Juntos construyeron un imperio: Rumasa .

Hoy, casi medio siglo después, el apellido que simbolizaba éxito y unidad familiar se asocia más bien con estafa, fraude y condenas judiciales . Y no es una metáfora.

La Audiencia Nacional ha condenado a seis de los hijos varones de Ruiz-Mateos a siete años de prisión por su implicación en la estafa masiva de Nueva Rumasa, aquel intento de resucitar la

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