Cuando el rey Carlos III ofreció un discurso el 27 de mayo durante el inicio del periodo de sesiones del Parlamento de Canadá en Québec, hubo críticos que vieron una paradoja en el hecho de que en sus palabras el monarca inglés reivindicara la “soberanía” del país norteamericano.

“Honestamente, el hecho de que [el primer ministro] Mark Carney haya dado el primer paso para traer al soberano de un país extranjero para reafirmar la soberanía y la identidad canadienses demuestra un nivel indescriptible de desconexión con los quebequenses y nuestra historia”, se quejó Paul St-Pierre Plamondon, líder del Partido Quebequense, que aboga por la separación de esa provincia francófona de Canadá.

Sin embargo, numerosos medios y analistas no pusieron su foco en la supuesta paradoja y, más bien, inter

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