Europa ha decidido apostar fuerte por su defensa. Los países de la Unión planean invertir 800.000 millones de euros en renovar su capacidad militar con lo último en tecnología punta: cazas de combate de quinta generación, buques de guerra sofisticados, sistemas antimisiles avanzados, blindados de alta movilidad… todo lo que un ejército moderno debería tener.

Pero hay un detalle que no pasa desapercibido: muchas de esas armas pueden ser destruidas por artefactos que cuestan lo mismo que un smartphone de gama media.

Sí, suena absurdo, pero está ocurriendo . La guerra moderna no se parece a los desfiles militares ni a los catálogos de armamento. Se parece más a una pelea callejera con drones caseros, cohetes fabricados en talleres clandestinos y explosivos improvisados con materiales

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