La frontera entre Corea del Norte y Corea del Sur está repleta de densas vallas de alambre de púas y cientos de puestos de guardia. Pero entre ellos se encuentra algo aún más inusual: unos altavoces gigantes camuflados en verde.

Una tarde del mes pasado, mientras observaba el Norte, uno de los altavoces empezó a sonar a todo volumen canciones pop surcoreanas intercaladas con mensajes subversivos.

“Cuando viajamos al extranjero, nos llena de energía”, resonó la voz de una mujer al otro lado de la frontera, un desaire evidente, dado que a los norcoreanos no se les permite salir del país.

Desde el lado norcoreano, se oía débilmente música de propaganda militar, mientras su régimen intentaba acallar las emisiones incendiarias.

Técnicamente, Corea del Norte y Corea del Sur siguen en guerra,

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