E l 13 de julio de 2007, Cristiano Ronaldo estaba de vacaciones. A sus 22 años, se había convertido en una de las piezas más valiosas del fútbol mundial. Esa temporada había sido campeón de liga con el Manchester United y, por primera vez en su carrera, había roto la barrera de los 20 goles en una temporada (23). Con su selección, Portugal, daba pasos agigantados para liderar el relevo de la generación de Figo, Deco, Rui Costa y compañía. Era subcampeón de Europa (2004) y cuarto en un Mundial (2006). Ramón Calderón , entonces presidente del Real Madrid, buscaba la manera de que el Manchester United accediera a negociar. No lo logró, como tampoco lo consiguió con el Milan por Kaká.

Mientras Cristiano se relajaba y recuperaba fuerzas para la temporada en la que pasó de estrella e

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