Una cacería sin descanso. Una asfixia prolongada. Una ejecución calculada.
Así fue el plan de Merab Dvalishvili. Y lo cumplió al pie de la letra. En el evento principal de UFC 316, el georgiano silenció a los críticos y a Sean O’Malley con una actuación de otra época, rematada por una guillotina impecable en el tercer asalto que lo ratificó como monarca de las 135 libras.
Lo que prometía ser una guerra técnica se transformó rápidamente en una clase magistral de presión, ritmo y determinación que mantuvo en atención a los más de 20,000 aficionados que abarrotaron el Prudential Center en Newark, Nueva Jersey el sábado en la noche.
Dvalishvili no vino a negociar. Desde el campanazo inicial fue a buscar a su oponente con la energía de un tren sin frenos. Y aunque O’Malley respondió con mejo