Por REGINA GARCÍA CANO
LOBATERA, Venezuela (AP) — Carlos Uzcátegui abrazó fuertemente a su esposa y a su hijastra, que sollozaban, el miércoles mientras la niebla matutina en el oeste de Venezuela se disipaba. El primer abrazo de la familia en más de un año finalmente lo convenció de que su pesadilla dentro de una prisión en El Salvador había terminado.
Uzcátegui fue uno de los migrantes que se reunieron con sus seres queridos después de haber pasado cuatro meses en una prisión de El Salvador, donde el gobierno de Estados Unidos los transfirió en uno de sus movimientos más audaces para frenar la inmigración.
“Todos los días le pedíamos a Dios la bendición de liberarnos de ahí para estar aquí con familia, con mis seres queridos”, dijo Uzcátegui, de 33 años. “Todos los días me despertaba