¿Por qué nos gusta tanto el chisme? Un reflejo de lo más humano en nosotros
Desde conversaciones casuales en la cocina de una oficina hasta hilos virales en redes sociales, el chisme está en todas partes. Se desliza entre susurros, se filtra en reuniones familiares y se multiplica en grupos de WhatsApp. Aunque se le suele mirar con recelo —como algo frívolo, dañino o poco ético— lo cierto es que el chisme ha acompañado al ser humano desde los albores de la civilización. Y no es casualidad. Lejos de ser una práctica inútil o maliciosa, el chisme cumple funciones profundas que hablan de nuestra necesidad de pertenecer, entender, protegernos… y también de controlar.
De los fogones prehistóricos a los timelines digitales
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