Durante años, las mujeres se han sentido expulsadas de la noche. La ciudad nocturna como espacio de peligro o sospecha, de pérdida y castigo. En mi novela Suya era la noche (Consonni, 2025) escribí desde ese lugar ambiguo: la noche como refugio, pero también como territorio donde el deseo se mezcla con el daño. No es casualidad que muchas escritoras contemporáneas estén reivindicando la noche como lugar narrativo, político y estético.
Cuando comencé a escribir Suya era la noche, tenía claro que la noche no sería mera ambientación, sino un personaje. Un espacio donde el cuerpo, el deseo, el trauma y la conciencia confluyen. Narré escenas intensas: afters con plantas cansadas de ser regadas con alcohol, amaneceres de bolardazos por las calles de Madrid que se convierten en moratones, desper