Es un cuento muy antiguo, o al menos, un cuento que Hollywood ama contar una y otra vez: el intercambio de cuerpos. Es mágico. Es cómico. Lleva mensajes conmovedores acerca de ponerse en los zapatos de otro y aprender sobre uno mismo en el camino.
Así que no es sorprendente que “Freaky Friday” ("Un viernes de locos"), la versión de 2003 de la novela de 1972 de Mary Rodgers protagonizada por Lindsay Lohan y Jamie Lee Curtis, fuera un éxito. Lohan era encantadora y carismática como una adolescente atractiva y ligeramente atribulada, y Curtis era un deleite cómico como su madre terapeuta obsesionada con el control.
Y aunque hubo algunos errores —su representación estereotipada de los asiáticos ha envejecido mal—, la película se sostenía gracias a la química fácil entre las dos estrellas. En