Si nos parece difícil poder decir algo nuevo de Picasso más allá de los tópicos, mucho más complicado es mostrarlo aportando un discurso que se salga de lo habitual. Cuando se obra ese milagro, cuando se consigue transmitir otra cara de tan poliédrico artista, vale la pena hacerse eco. Todo esto viene a cuento de una exposición temporal que en estos días tiene un especial protagonismo en el Museu Picasso de Barcelona. El Minotauro, aquel personaje endiosado y/o endemoniado aquí nos lo encontramos fieramente humano convertido en feliz y maduro padre de Claude y Paloma, los hijos fruto de su relación con la también pintora Françoise Gilot.

La muestra es un homenaje a Claude gracias al empeño de su hermana Paloma y con la complicidad de Emmanuel Guigon, una deslumbrante manera de adentrarnos

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