Está claro que alcanzar la descarbonización del sector de la aviación y del marítimo no es una tarea sencilla. Como modos de transporte realmente pesados, la electrificación directa no resulta viable en ciertos casos. Descarbonizar la aviación de media y larga distancia y los buques de gran arqueo con rutas abiertas e interoceánicas figura, sin duda, entre uno de los mayores retos de la transición energética en la que estamos inmersos como sociedad.
Mitigar los gases de efecto invernadero en estos sectores implica, nada menos, que conseguir un nuevo combustible alternativo al fósil. Además, esa alternativa tiene que ser lo suficientemente densa energéticamente para propulsar buques y aviones, realmente escalable para cubrir la demanda de estos sectores y, por supuesto, verdaderamente sost