El anticuario escribe su primera novela inspirada en un personaje que impone cierto estilo de vida en la época moralista del porfiriato
La plática con Daniel Liebsohn comenzó con el recuerdo de nuestro primer encuentro hace algunos años en su casa-galería de la colonia Roma, donde conocimos una de sus grandes aficiones: coleccionar muñecos antiguos.
Esos bebés, niños y niñas de diferentes tamaños, algunos de porcelana, otros de tela o plástico, en aquella ocasión nos vigilaban en silencio con sus grandes ojos mientras esperábamos al anfitrión, convirtiendo el momento en algo eterno. Y nos preguntábamos, “¿cómo es que puede dormir tranquilo aquí?”.
Pero esas figuras inertes no estaban solas, se encontraban en la estancia principal de la casona de estilo porfiriano, rodeadas de máscaras,