Hay ocasiones en que presenciar la evolución de las negociaciones internacionales se convierte en una lección de humildad para el proyecto europeo. Creo que la reciente claudicación ante las demandas arancelarias de la administración Trump marca uno de esos momentos, un acuerdo contestado incluso desde dentro, carente de entusiasmo, y con profundas consecuencias económicas y simbólicas, tanto para la UE como para regiones especialmente abiertas y exportadoras como Cataluña.
El pacto alcanzado en Turnberry entre Donald Trump y Ursula von der Leyen pone fin, al menos temporalmente, a meses de amenazas y tensiones en la mayor relación comercial del planeta. Por mucho que se hayan dado la mano y Trump haya utilizado una forma sumisa. El acuerdo consagra un arancel fijo del 15% para la m