Hay una frase que me encanta: “Tómate un café con la emoción” . ¿Qué significa esto? Es sentarte, con calma, a escucharla. No a controlarla ni a callarla, sino a invitarla como quien se sienta con un viejo amigo a entender qué le pasa.

Vivimos con la idea de que hay que controlar lo que sentimos. C omo si sentir enojo, tristeza o miedo fuera señal de debilidad. Incluso la famosa “inteligencia emocional” se ha malentendido como reprimir o dominar. Pero las emociones no se controlan: son automáticas, involuntarias.

Ahí entra un concepto clave: agilidad emocional. A diferencia de la rigidez, que nos congela en la reacción, la agilidad emocional nos permite hacer una pausa, observar y actuar con sentido.

Aquí es donde abodamos la idea del café. Imagina que estás en casa, y te sien

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