Hay una granja en el Alto Valle que, entre vacas, pollos, ovejas, gansos y la gran gallina, que desde hace más de 30 años propone otro vínculo con la naturaleza . Una pausa de ciudad en la que los niños aprenden y los grandes se conectan con las casas de sus abuelos en las chacras del valle, la fuente de alimentos sanos y la buena onda de la familia de Bruna y Jorge Larrigaudiere. Una burbuja verde en medio del avance gris.

Hace 35 años comenzaron con la granja La Bataraza, y pasaron por diferentes etapas. Ahora trabajan a pleno con el turismo. “Estamos comprometidos con la granja”, dicen y confiesan que cuando compraron la tierra, pensaron en producir, pero “lamentablemente nunca fue viable producir en el país y encontramos otra salida”.

Ella es docente, él músico, y habían planta

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