Cada vez que salta alguna chispa en torno a la cuestión islámica, se repite tozudamente el ciclo barato del populismo. Ante una realidad compleja que no acabamos de saber cómo confrontar, el cerebro reptiliano de las ideologías se activa sin ninguna dosis de racionalidad. Y es así como se inicia el espectáculo fútil de la riña dialéctica a derecha e izquierda, siempre sobreexcitada de consignas y vacía de contenido.
El último caso es el de Jumilla, donde hemos podido contemplar la más mohosa demagogia. Del lado derecho, la orden, la ley y el Santo Cristo, muy aderezado con el más pueril del simplismo. Del lado progre, el clásico paternalismo de una izquierda soberbia y moralista que sufre urticaria si ve la cruz, pero pierde la cabeza cuando ve la media luna. Ambos lados de la parrilla