La expresión “islamización de Occidente” se ha convertido en arma arrojadiza , más útil para alimentar el miedo que para explicar la realidad. Los discursos alarmistas han resucitado los eternos fantasmas: por ejemplo, en Francia, aunque muchos perciben que los musulmanes representan el 31% de la población, los datos oficiales sitúan la cifra real entre el 7% y el 9%.

Esta brecha entre percepción y realidad no es inocente: responde a una construcción mediática y política que explota el miedo al otro. La mayoría de musulmanes en Europa no buscan imponer la sharía ni crear califatos urbanos. Quieren trabajar, estudiar y vivir en paz. Pero los retos de integración existen: guetos urbanos, marginalidad, radicalización, discriminación. Cerrarlos en falso con discursos buenistas

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