La pregunta viene caminando desde Friedrich Hölderlin , Martín Heidegger , T. W. Adorno (no el gato de Julio Cortázar , sino el filósofo alemán homónimo): ¿para qué poetas en tiempos de penuria? Podemos resignificarla así: ¿para qué poetas en tiempos de y genocidas de ayer y de siempre?

¿Para qué novelistas, en todo caso? ¿Y para qué el cine y la danza, el teatro y la escultura?

Estas preguntas revisten una dignidad y una humildad que no conoce el fabricante de gas mostaza y otras armas letales. Tal fabricante no tiene reparos en entregar sus “productos” a políticos indignos, políticos ausentes de toda empatía, políticos que son ateos de facto, aunque enarbolen banderas de una fe que ellos dañan y de hecho destruyen con sus decisiones.

La poesía se pregunta por el sentido de sí

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