Voy a contarle, estimado y desconocido lector, un pequeño y aparentemente insignificativo incidente , ocurrido hace unos días en Londres ; una anécdota, que --por algún motivo que aún no tengo muy claro, pero en el que iré pensando mientras traduzco el artículo de The Guardian donde la leí el pasado viernes--, me impresiona. Algo tendrá que ver con ello el hecho de que tuviera lugar en el Royal Albert Hall (RAH), pilar de la vida cultural londinense, sala de conciertos emblemática en South Kensington.

Anécdota anodina, he dicho, porque en este mundo de hoy, tan rico en horrores, cualquier cosa que no sea luchar, matar o morir parece un lujo , un capricho que nos permitimos, como asistir a un concierto y que algo se tuerza…

Dos empleados del RAH impidieron entrar en el auditor

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