Las vistas desde lo alto de Montbau dejan ver el mar. Entre los edificios y las copas de los pinos mediterráneos, el centro de justicia juvenil Can Llupià acoge en su interior a menores que han sido privados de su libertad . La playa queda lejos, pero los muchachos viven el verano en este sistema que intenta darles una segunda oportunidad: hay piscina, talleres, juegos, breves distracciones que enseñan otra forma de convivir .
Para Daniel (nombre ficticio) es el segundo internamiento. Superada la mayoría de edad, sabe cuál será el siguiente paso si vuelve a cometer un delito: la cárcel . Un límite que no está dispuesto a sobrepasar, sobre todo después de una adolescencia marcada por el aislamiento: "Estoy mejorando mi autocontrol, a respetar la convivencia y saber estar", reflexio