Las 15 medidas que Sánchez ha anunciado para luchar contra la corrupción son un verdadero chiste. O en realidad, peor que un chiste: una broma macabra. No sólo no solucionan nada, sino que inciden en el mal de fondo, el pésimo mal de fondo. En una verdadera democracia, no es el poder quien debe controlar, sino el que debe ser controlado. Todo lo que lleva haciendo Sánchez desde que llegó a la Moncloa es desbaratar este principio básico. ¿Cómo? Ocupando las instituciones, atacando la independencia del poder judicial, eliminando la separación de poderes, poniendo en duda las investigaciones policiales, censurando la libertad de expresión, eliminando cualquier disidencia dentro su propio partido… En definitiva, cargándose todos esos contrapesos de los que hablaron los pensadores políticos

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