Quizás por atender la explicación del alma de Elenco, un cronista de su actuación en el Paseo Carlos Vidal del Parque Miguel Servet se vea obligado a comenzar por el final. No en vano, había relatado que el grupo es tradición y es innovación, es escuela y es superación, es arraigo sin límites a la tierra. El hermosísimo tributo que había rendido en dualidades a Huesca y a Aragón, a San Lorenzo principalmente pero con esplendidez a la Virgen del Pilar, a la música y nuclearmente a la jota, concluía con otra: la delicadeza y la bravura para brindar al abundantísimo público un colofón inmejorable para el Día Grande del mártir que 1800 años antes había dejado la mayor expresión de grandeza de nuestra tierra allí en Roma.
Flotaban las bailadoras y los bailadores sobre el escenario al son del