La publicidad, cuando es honesta, cumple una función fundamental, informar al consumidor y ayudarle a tomar decisiones conscientes. Sin embargo, cuando se convierte en un instrumento de engaño, sus consecuencias son mucho más graves de lo que parece a simple vista.

La publicidad engañosa no solo afecta la compra de un producto menor, sino que tiene un impacto profundo en la economía, la sociedad y, especialmente, en sectores donde las transacciones implican grandes compromisos, como la compra de una vivienda o un inmueble.

El daño comienza con la pérdida de confianza. Cuando un consumidor descubre que aquello que le vendieron no se corresponde con la realidad, ya sea en calidad, características, ubicación o condiciones, se siente traicionado. Esta sensación va mucho más allá de la frustr

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