Todo empezó con un pollo. Villangómez no tiene ni un gran castillo ni un parador pero este pequeño municipio de 167 habitantes, a escasa media hora de Burgos, se ha convertido en un reclamo turístico y cultural gracias a un festival, el Pollogómez, y a un museo al aire libre de murales, que dan vida al municipio y garantizan su relevo generacional.

“Preferimos que haya gente que pise calles rotas a que haya calles arregladas que no sean pisadas por nadie”, explica el alcalde, Gonzalo Ausín, quien defiende la apuesta del Ayuntamiento por proyectos innovadores, que buscan generar empleo, asentar población y atraer turismo, reivindicando un medio rural con oportunidades.

Es cuestión de perspectiva: a poco más de veinte kilómetros de Burgos, Villangómez ofrece todas las ventajas de un

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