Del drama existencial al espionaje, pasando por el realismo sucio y la autoficción, los casinos no solo albergan fichas y ruletas, también han sido escenario de algunas de las mejores historias de la literatura.
Basta la palabra casino para que el lector se sitúe y piense en luces cálidas, alfombras rojas, el murmullo de las máquinas, la emoción muda y ese silencio extraño que se instala justo antes de que alguien decida apostar. La literatura, desde hace más de un siglo, ha hecho el trabajo sucio de convertir ese escenario en símbolo de mucho más que dinero, de historias que llegan al alma y se hacen inmortales .
Ahí está Dostoyevski , con El jugador , escrita a toda prisa, entre deudas y desesperación. No lo hizo por placer, sino por necesidad. En la novela, Alexéi Ivánovich