Billy Thorens es de esos emprendedores que son su marca, que viven de la misma y la suya es Billy Brunch. En su caso, todo lo que hace gira en torno de su negocio: vive por y para él. Maneja una camioneta brandeada con el icónico pollito, lleva un reloj con la misma figura y en Barcelona, ha desplegado motos y hasta un tuktuk como parte de una estrategia de marketing tan original como efectiva. No es raro ver a clientes y curiosos con stickers del pollito pegados en la ropa, el celular, la computadora o el termo.
Poco a poco, la marca se ha convertido en un ícono de la ciudad, pero la expansión es inevitable. En unos años, la marca habrá cruzado más fronteras de las que ya ha cruzado, llevando su filosofía de brunch ‘todo el día’ y hospitalidad mucho más allá de España.
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