Estamos inmersos en plena ola de calor sin fecha clara de finalización. Queda al descubierto, una vez más, nuestra fragilidad ante las condiciones extremas a las que la naturaleza nos expone sin miramientos. Se hacen patentes errores y carencias que normalmente no se suelen tener en cuenta. En muchas ciudades, por ejemplo, se echan en falta árboles en las calles, en las plazas. Están diseñadas para facilitar las labores de limpieza y ampliar los espacios dedicados a actividades comerciales; mercados, ferias, terrazas… Los árboles protegen del sol directo, oxigenan el aire, reducen la temperatura del suelo con su sombra. Facilitan que las personas puedan estar en la calle. Hacen más soportables estos episodios, cada vez más frecuentes, de calor intenso. Aunque claro, no generan beneficios e

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