La tragedia nuclear de Chernóbil está considerada como uno de los mayores desastres ecológicos de la historia. La explosión del reactor 4 de la central nuclear de Prípiat propagó una nube radioactiva que llegó a más de ocho millones de personas dentro de la antigua Unión Soviética y también arrasó con toda la biodiversidad de la zona. Para sorpresa de muchos, los últimos estudios que se han realizado sobre perros y lobos han demostrado que esta radiación les ha hecho más fuertes.

El 26 de abril de 1986 ocurrió una de las mayores catástrofes nucleares de la hostia con el llamado accidente de Chernóbil . La explosión del reactor 4 de la central nuclear de Prípiat también está considerada uno de los mayores desastres medioambientales de la historia de la humanidad. Durante ese día y los meses posteriores, fallecieron 28 personas a consecuencia del accidente y, sumidos en 2025, no hay números exactos para situar la magnitud de la tragedia. Lo único que se sabe es que la radiación pudo llegar a 8,5 millones de personas, de las cuales 5 millones vivieron en zonas contaminadas y 400.000 en zonas altamente contaminadas.

Antes de la pandemia, la bióloga Cara Love , junto a su equipo de la Universidad de Princeton, realizó un estudio sobre cómo había afectado el desastre de Chernóbil a los perros y lobos que habitaban en la zona antes, durante y después de la tragedia. Los resultados fueron una sorpresa y antes de la pandemia dieron la vuelta al mundo: los perros de Chernóbil mutaron un genoma para volverse más resistentes ante el cáncer. Todo ello teniendo en cuenta que estuvieron expuestos a una radiación promedio de 11,28 milirems, que es seis veces la cantidad máxima autorizada para los trabajadores que suelen estar expuestos a la radioactividad.

National Geographic citó en su día este estudio que sacó como conclusión que había mutado el genoma de estos animales para crear perros «resistentes» al cáncer. Esta radiación habría funcionado con estos como algo similar a la radioterapia que se aplica a los pacientes de cáncer. Esto, según publica el estudio, se explicaría desde un proceso acelerado de selección natural. «Algunos tenían una mutación que les hacía más resistentes: estos fueron los que sobrevivieron y transmitieron sus genes a sus descendientes, que ya contaban con una protección natural que podría haberse hecho más fuerte de una generación a otra», publica este medio sobre el estudio realizado ya casi hace una década.

Un nuevo estudio sobre los perros en Chernóbil

La pandemia puso fin al estudio de la bióloga Cara Love, pero otros científicos han querido seguir esta línea. En concreto, han sido Gabriella J. Spatola y Timothy A. Mousseau los que han publicado un estudio en la revista Science Advance que recoge Infobae . Estos expertos habrían cogido entre 2017 y 2019 muestras de 300 perros que habitaban en Chernóbil y sus alrededores.

@perfilcom 🐕 Los perros de Chernóbil desarrollaron 390 genes distintos tras décadas en la zona radiactiva. Un estudio en Science Advance reveló su resistencia al cáncer y adaptación única. 📲 Más información en Perfil.com #Chernobil #geneticas #Cancer #Perfilcom ♬ sonido original – Perfil.com

Este estudio también certificó la conclusión de que los perros de Chernóbil son genéticamente distintos. El análisis realizado mediante arrays de polimorfismos de nucleótido único (SNP) diferenció tres poblaciones genéticamente diferenciadas, ya que los perros analizados que viven en la central tienen una similitud genética interna.

Según este estudio publicado en la revista científica, los perros que pudieron sobrevivir al desastre y sus descendientes heredaron ciertos rasgos que les dieron ventaja de adaptación al miedo, su expansión en un territorio hostil y más facilidad para la reproducción. Y lo más relevante, una capacidad genética para poder sobrevivir al cáncer, algo insólito después de la exposición a la zona sufrida después de una de las mayores catástrofes medioambientales de la historia. Los perros de Chernóbil son «mutantes», ya que su genética se adaptó para vivir en un entorno radioactivo. Los estudios realizados en los últimos años lo demuestran.