Todo recuerda cada vez más al aciago verano de 2022. Aquel junio en que se nos quemó la Sierra de la Culebra. Vimos los montes arrasados, los vecinos desalojados y familias perdiéndolo todo de forma repentina. Fuego descontrolado y ceniza. El incendio se llevó la vida de cuatro personas y se planteó como una tragedia que supondría un punto y aparte en la prevención y en la lucha contra el fuego en la comunidad autónoma.

Han pasado tres años y agosto avanza en una Castilla y León asediada, de nuevo, por el fuego. Rompe el buen balance del verano que había hasta hace unas pocas semanas. En julio, la Asociación de Trabajadores de Incendios Forestales de Castilla y León alertaba de que “nos estamos salvando gracias a una meteorología muy favorable”. Pero el intenso calor y el viento trajeron

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