El asesinato –finalmente culminado– de Miguel Uribe Turbay no puede disociarse de los factores de la eterna crisis colombiana: un Estado crónicamente débil, movimientos de “insurgencia” asociados con el narcotráfico y grupos criminales vitalicios cuya extinción se buscó equivocadamente con la muerte de Pablo Escobar. Todo se debe a la incomprensión (ya no digamos solución) del problema en su conjunto.

Si los elementos ya mencionados no fueran suficiente prueba de la inutilidad de estos enfoques y procedimientos, la guerra de esta manera contra el crimen, hay otro componente del desastre: la intervención de los Estados Unidos cuya finalidad real es mantener el control del mercado de las drogas.

Los colombianos sufrieron (entre otras) la intervención con el “Plan Colombia”, de la manera co

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