La herida abierta desde aquella tarde del 21 de febrero sigue sangrando. Seis meses después, la incertidumbre por la reapertura del centro comercial más importante de la ciudad mantiene de rodillas a cientos de familias que dependían de él para sobrevivir.

Han pasado ya seis meses desde que el techo del patio de comidas del Real Plaza Trujillo colapsó en medio de un día común de compras y esparcimiento. La tragedia dejó seis vidas segadas, 192 personas heridas y una ciudad entera en shock. Lo que alguna vez fue un punto neurálgico de encuentro y prosperidad, hoy es un espacio fantasma, custodiado por muros y recuerdos dolorosos.

Lo que empezó como una promesa de seguridad y reactivación económica terminó convertido en un símbolo de abandono, miedo e incertidumbre. Detrás de los candados

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