Para desenganchar a los menores de la tecnología hay que ofrecerles alternativas de ocio, y las vacaciones son un buen momento para ello. Planes en la naturaleza, juegos en familia o acordar límites de uso de pantallas son clave

En muchas casas la escena es la misma: un niño en pijama pegado al móvil antes de desayunar, otro que protesta porque quiere llevarse la tablet a la playa, padres que amenazan con apagar el wifi si no se visten de una vez. Las vacaciones, ese tiempo que debería oler a mar, a pino, a montaña, se llenan de pulsos domésticos por cada minuto de pantalla. El desafío no es pequeño: ¿cómo lograr que trepen a un árbol, rueden por la arena o inventen un juego con piedras y ramas?

“El verano supone desconexión de las actividades lectivas y extraescolares, pero para los p

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