Liberan un alcohol en el aire que hace que las raíces de las vecinas exuden plaguicidas que se mantienen en el suelo para la siguiente generación

Las plantas de maíz se susurran mensajes para defenderse de sus enemigos. Cuando están muy juntas, una sustancia volátil que liberan induce a las vecinas a producir compuestos que frenan su crecimiento, pero activa sus defensas contra las plagas. No solo eso, modifican el microbioma del suelo con el que interactúan, dejando un legado defensivo en la tierra que prepara el sistema inmune de la siguiente generación. El descubrimiento, publicado en Science , abre la puerta al uso de sustancias propias de la planta como plaguicida.

Con un diseño experimental impecable, un grupo de investigadores chinos, suizos y holandeses quería investigar la

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