En tiempos de sobreactuación y un estado de permanente cabreo —en redes y pareciera que fuera de ellas— hay espectadores que buscamos la calma, el refugio de siempre en las franjas horarias en las que nos han cobijado

Contaba Natalia Marcos el 29 de junio cómo se preparaba la televisión para el verano. “Son meses de poco consumo televisivo y en los que las cadenas prefieren optar por programas baratos, enlatados, grabados meses antes en algunos casos o que incluso llevan tiempo guardados en el cajón. Otras veces es el momento que los canales aprovechan para echar a rodar formatos que pueden asentarse luego en la programación otoñal”, escribía .

Han pasado varias semanas desde entonces y mediados de agosto es una fecha casi tan buena como otra cualquiera para llegar a algunas conclusion

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