En los últimos años, Colombia ha sido testigo de una t ransformación silenciosa pero imparable en la manera en que sus ciudadanos interactúan con el dinero y las oportunidades de inversión. Lejos de ser un terreno exclusivo para expertos financieros en los concurridos pasillos de la bolsa, el trading se ha democratizado, abriéndose paso en los hogares de profesionales, emprendedores y trabajadores a lo largo y ancho del país.
Este fenómeno no es una casualidad, sino el resultado de una confluencia de factores económicos, tecnológicos y sociales q ue están redefiniendo el futuro financiero de miles de personas. La búsqueda de nuevas fuentes de ingreso, la diversificación del patrimonio y el simple deseo de tomar el control de sus finanzas personales han creado un terreno fértil para el