En las calles de La Paz, en los mercados de Santa Cruz, en las minas de Oruro donde el eco de los martillos resuena con siglos de historia, en los viñedos de Tarija donde la tierra promete abundancia, en cada rincón de nuestro territorio se respira algo distinto. Una mezcla de esperanza y urgencia que no habíamos sentido en décadas. Porque después de 200 años de independencia, Bolivia está a punto de vivir el momento más decisivo de las últimas décadas.

Las cifras son implacables: nuestras reservas internacionales han tocado fondo, las colas para conseguir combustible se extienden como heridas abiertas en nuestras ciudades y el dólar se ha vuelto un espejismo para millones de bolivianos. Pero detrás de cada estadística hay rostros, familias que luchan día a día, sueños que se desvanecen m

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