Gerona Todo el mundo miraba al cielo, asustado por el calor que haría en Montilivi, y dejó de mirar al césped, donde está el verdadero problema de un Girona que empezó la Liga de forma oscura, goleado sin tener tiempo de pronunciar palabra. Los gerundenses, con todos los refuerzos divididos entre el banquillo y el palco presidencial, dimitieron en una primera mitad condicionada por los errores del guardameta Paulo Gazzaniga, que regaló un gol y fue expulsado por hacer un penalti. Con los bolsillos vacíos de argumentos y sin chutar a portería, el 0-3 del Rayo Vallecano fue corto. El orgullo del único gerundense, Joel Roca, permitió recortar las diferencias (1-3), pero si no llegan fichajes importantes, costará recuperar la alegría.

Todo lo que el club hizo bien en las gradas, lo hizo mal

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