Hay regalos y regalos. Una joven gallega obsequió a su novio con un traje de baño decorado con pequeños tiburones, que él no tardó en estrenar agradecido por el detalle. Aunque la intención de la chica era... "trolearle".

El simpático novio se sumergió de cabeza en la piscina del jardín de su casa, dispuesto a probar el confort del regalo, que según su novia, era como no llevar nada puesto.

No llevaba ni cinco minutos dentro del agua, cuando el bañador comenzó a desintegrarse, trozo a trozo, ante la perplejidad del usuario, hasta quedarse en un amasijo de telas, mientras su novia, presa de la risa, le preguntaba si era cómodo.

El momento, que es captado por ella en un vídeo, no puede ser más hilarante. "¿Dónde compraste esto, en un mercadillo?" pregunta él atónito. "¡Se ha desintegrado!

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