En diplomacia internacional, los silencios, y también los gestos, pueden cobrar más importancia que los mensajes que se dan, al menos en público. La cumbre celebrada este viernes entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladímir Putin, se había presentado como una cita histórica en un contexto geopolítico especialmente convulso. Se ha celebrado más de tres años después de la invasión rusa de Ucrania, tras el regreso de Trump a la Casa Blanca y obviando la participación ucraniana y europea .
Era una cita histórica, y así ha sido, pues ha servido para escenificar el deshielo de las relaciones bilaterales entre Rusia y Estados Unidos tras cuatro años de distanciamiento con la presidencia de Joe Biden. Pero ha concluido sin ningún acuerdo concreto