Los críticos de Donald Trump con ironía afirman que cuando el líder republicano se prepara a jugar a las damas, sus rivales lo desconciertan con un jaque mate con blancas en ajedrez. Quizá no sea para tanto, pero eso es aproximadamente lo que acaba de ocurrir en la cumbre de Alaska entre el magnate norteamericano y el autócrata ruso Vladimir Putin.

Esa reunión fue organizada para cesar la guerra de Ucrania. Punto. Nada más. Pero el líder ruso no fue ahí para eso. Por el contrario, tomó el centro de la escena y planteó las cosas en sus términos reclamando, como siempre, que primero se deben resolver “las causas primarias del conflicto” , una narrativa que se resume en la rendición de Ucrania.

El resultado principal de la cumbre es un vigoroso y grave acercamiento de EE.UU. a Rusia,

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