Las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique se convirtió en la elegía más famosa de la literatura en español tras inaugurar, en pleno siglo XV, una sensibilidad inédita hasta entonces: el despojamiento emocional, que integraba también el valor igualador de la muerte. Un sentimiento de humanidad compartida, profundo y honesto , que heredaría Lorca, en su quejido temporal por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, en 1934, y Miguel Hernández, con la desazón temblorosa ante la muerte de Ramón Sijé, un año más tarde. Dos poemas donde ya no resulta necesaria la arquitectura literaria de Manrique, sino concentrar el testimonio en un solo poema, cuya estrofa podría adoptar el ritmo de procesión, en el caso de Lorca, y el desasosiego existencial, en el de Miguel Hernández.

El fallecimien

See Full Page