Por Daniel Zovatto

Director y editor de Radar Latam 360

La imagen es tan potente como reveladora: dos aviones presidenciales —el de Estados Unidos y el de Rusia— aterrizan casi en simultáneo en la base aérea Elmendorf-Richardson de EU en Alaska.

La escena, transmitida en directo, en todo el mundo no es un mero protocolo diplomático; es una coreografía minuciosamente calculada para proyectar poder, marcar jerarquías y enviar un mensaje inequívoco: así es como, de ahora en adelante, se manejarán las relaciones internacionales: bilateralmente y de manera directa y personal a nivel de los líderes. Adiós multilateralismo.

Minutos después, el presidente estadounidense Trump aplaude al presidente ruso Putin, recibido con alfombra roja y agasajado con un breve paseo en la limusina presidencial

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