El presidente de EE UU tiró la casa por la ventana para recibir al ruso en la cumbre de Alaska
Macarena Vidal
La esperadísima cumbre en Alaska entre no ha conseguido mover al líder ruso de sus exigencias para acceder a la paz en Ucrania. Pero no habrá sido porque el estadounidense no haya tirado la casa por la ventana para agasajar a su invitado, requerido por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y hasta ahora gran paria internacional, durante su reunión de dos horas y media en la base aérea de Elmendorf-Richardson, en el norte .
Al estadounidense le gustan los halagos. Proporcionárselos es una buena vía para el éxito. Es algo que el resto de líderes internacionales ya tiene muy claro cuando lidian con él: desde el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, que le llam