Juntos pero no revueltos . Esa es la relación que tratan de aparentar al menos el PP y Vox, los primeros atrapados en la paradoja de saber que necesitan el apoyo del partido de ultraderecha para tocar poder institucional, pero sabedores también de que dichos acuerdos les penalizaron en su último asalto a La Moncloa . Y la formación de Santiago Abascal , restando apoyo electoral a los de Alberto Núñez Feijóo a fuerza de endurecer su discurso por ejemplo con su tema estrella este verano, la inmigración. Pese a este toma y daca, sus caminos siempre tienden a confluir.
Feijóo trató de establecer las reglas del juego en la clausura del Congreso Nacional del PP el pasado 6 de julio, cuando apostó por gobernar en solitario con alianzas puntuales con Vox y, en caso de que no le dieran lo