La escena se repite en bares y restaurantes: el mozo deja la cuenta sobre la mesa, las conversaciones se interrumpen y alguien pregunta la frase inevitable: “¿Cómo pagamos?” . Las opciones son varias: cada uno abona lo que consumió, se divide el total en partes iguales o uno paga y luego se compensa. Aunque pueda parecer un detalle menor, la elección del método de pago no solo impacta en el bolsillo, sino que también modifica el comportamiento de los comensales y la dinámica del grupo.

Un estudio realizado por los especialistas en teoría de juegos Uri Gneezy, Ernan Haruvy y Hadas Yafe analizó este fenómeno con un experimento concreto. El trabajo, titulado The Inefficiency of Splitting the Bill (“La ineficiencia de dividir la cuenta”), reunió a varios grupos de seis personas en disti

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