Cesar Vazquez + columnistas

La vida duele. Empezamos apretados y llorando. El espacio que nos cobijó y nos dio calor de momento se contrae para expulsarnos. El camino de salida es estrecho y nos aprieta. Del calor al frío. Nos toca ahora respirar por nuestra cuenta y el llanto se convierte en el canto de vida. Esa etapa de la vida que comenzó con placer termina con un dolor que pudiera ser de corta duración si madre y niño están bien. Tragedia es… que no lo estén. De todas maneras, persisten las inseguridades y los temores. La vida es incierta.

PUBLICIDAD

La incertidumbre comenzó antes de ser concebidos. Comenzó con la calidad de la relación de nuestros padres. ¿Fue una relación superficial, casual? ¿Un “oops”? ¿Solo bastó la piel, un escote revelador, unas piernas bonitas, unas palabra

See Full Page