"Agua con hielo y limón, por favor".

-"¿Con zumo de limón?"

-"No, con rodajas de limón".

-"Ah, como un Gin Tonic, pero de agua, ¿no?".

No sabía muy bien qué cara poner después de esto último, pero efectivamente, tuve que decirle que sí para que entendiera que NO, NO QUERÍA BEBER ALCOHOL a pesar de que en el resto de la mesa todo eran copas y cervezas.

Existe una presión social hacia los que no pedimos alcohol de la que se habla bastante poco. Somos "los raros", "los anti-sociales", porque no nos apetece pedir ni una cerveza, ni un refresco. Es más, subo mi apuesta: no me gustan los refrescos gaseosos, así que mis opciones se reducen aún más. Y sí, a veces, es agotador.

Pero claro, cuando al día siguiente sólo recibes mensajes de las resacas del día después, es entonces cuando tú te s

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