Cuentan que antes de morir de un ataque al corazón el 16 de agosto de 1956, las últimas palabras de Bela Lugosi fueron: “Soy el conde Drácula, el rey de los vampiros, soy inmortal”. Aunque la historia es incomprobable, se ajusta a la lógica de los rumores que, por esos años, los últimos de su vida, decían que el actor había enloquecido a tal punto que creía ser el personaje que lo había consagrado en el mundo del cine.
En 1931, el director Tod Browning debió aceptarlo a regañadientes para que encarnara al siniestro conde de Transilvania en la primera película de la saga. Ese éxito y muchos otros habían quedado atrás, porque para la década de los ’50 la vida de Lugosi era un infierno en el que se debatía sin éxito contra su adicción a las drogas , estaba en bancarrota y solo lo llamaba