Escarbar en la Deep Web —y especialmente su rincón más turbio, la Dark Web — ejerce un atractivo notable, sobre todo, para jóvenes curiosos, hackers aficionados y, también, organizaciones criminales.

Descargar Tor en la notebook familiar, por ejemplo, abre las puertas de un submundo entre asombroso y perturbador: conoftware libre, libros, películas y música pirata, foros que prometían datos de tarjetas de crédito robadas, sicarios, venta de armas, snuf, material de abuso infantil.

Peor aún, secuestros extorsivos de personas y datos con pedidos de rescates en criptomonedas: el año pasado hubo varios resonantes en Europa.

Así y todo, el espacio que permanece oculto, sin indexar, en capas y capas de encriptación, fuera del alcance de Google, Bing o Yahoo, ocupa nada menos que

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